Hay algo raro en la
tierra misionera, a lo mejor es el color, que se pega en la alpargata y no sale
ni fregando dos horas con jabón de coco. La palangana se tambalea cuando sacudo
el cepillo, salen gotitas coloradas que se me pegan en la remera y más puteo
todavía.
Pero capaz que lo que más
me extraña es que las cosas a veces no son lo que parecían ser. Uno espera que
los trillos se abran y nos dejen pasar, porque venimos para adelante, pero no
es tan así chamigo. Yo hace rato que vengo empujando el carro, y sigo como
estaba nomás, desamparado parece. Algunas noches, cuando llueve demasiado en
agosto, parece que no vamos a llegar, pero siempre aguantamos.
- - Como que no
llegamos? Ocho raídos ya sacamos.
- - Está bien,
pero apurate a terminar con esa planta que ya nos vamos.
- - Dale, juntá
las cosas vos, que yo termino solo esto.
Tiene razón el Julián,
voy a ir terminado nomas, lo que está, está, si falta recuperamos mañana. Pero
tiene razón también que no alcanza, así saque diez raídos no alcanza.
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